Cada palabra que escribo me envejece, me vuelve una descreída.
Escribo en contra de mis pensamientos, y en contra del ruido de mis labios.
Con cada verso pago un viaje que no hice.
En cada frase que termino, cumplo con un recuerdo.
Me digo adiós desde lo más recóndito, pero sin alcanzar a ir muy lejos.
Escribo para no quedar en medio de mi carne.
Para que no me tiente el centro, para rodear y resistir.
Escribo para hacerme a un lado, pero sin alcanzar a desprenderme.
sábado, 15 de enero de 2011
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