miércoles, 22 de diciembre de 2010

Un Detalle...

Un regalo tiene como primer destino halagar, pero es fácil que se convierta en una ofensa. Puede resultar humillante cuando su pobre valor evoca una menguada consideración del otro, pero llega a ser también una humillación cuando, en el intercambio (si es que lo hay), alguno de la relación se ve aplastado por la incomparable magnitud del obsequio. El arte de regalar se relaciona mucho más al poder que al Amor, y la impertinencia de un detalle puede crear efectos desastrosos.

La cuestión es que regalar, si no se hace con mesura, tacto y sensibilidad, puede llegar a transformar negativamente una relación si el que recibe el regalo se siente presionado. Nuestro exceso puede haberle ofendido. El regalo se ha convertido en motivo de alejamiento, de molestia y ofensa, en lugar de ser algo agradable y desinteresado.

Pues no estoy del todo de acuerdo con esto. Cuando se regala algo con cariño, de corazón, sinceramente y sobre todo sin esperar nada a cambio. No veo motivo de ofensa, ni de presión hacia la otra persona. Entiendo que se pueda sentir algo incomodo, comprometido y pensar que no se lo merece, pero sentirse molesto hasta el punto de humillarte pues verdaderamente no lo entiendo, seguramente sera por mi falta de comprensión. O de ver las cosas....

Ahora, entiendo a la perfección las reacciones de las personas provocadas por situaciones tanto buenas como malas en un momento de miedo y vergüenza. A veces se dicen y hacen cosas que después sentimos mucho haberlas hecho. Pero rectificar es de sabios dicen... Y para saber perdonar uno debe, en primer lugar, comprender...