Y se acerca y se esquiva de nuevo, aleteando.
A veces, casi al alcance de la mano
Y vuelve a dispersarse en lejanías...
Así juega la vida con la convaleciente.
Mientras que ella, debilitada y descansada.
Para entregarse, torpemente.
Hace un gesto no acostumbrado.
Y él lo siente casi como seducción.
Cuando la mano enfurecida.
Donde había fiebres llenas de contradicción.
Como con tacto que florece.
Viene de lejos a acariciar su dura barbilla...